
En la Universidad Interamericana, la entrega de jerséis de la Temporada 2025-2026 para el fútbol americano no es solo es un acto ceremonial donde los jugadores reciben una prenda nueva; es un momento cargado de simbolismo, que representa el cierre de un ciclo de esfuerzo constante y el inicio de un nuevo desafío. No se trata solo de portar nuevos colores, sino de asumir una nueva armadura y un plumaje renovado que encarna el trabajo, la disciplina y el sacrificio acumulado durante todo un año.

Desde el fin de la temporada anterior hasta el día de esta entrega, ha habido sudor, compromiso, horas de gimnasio, tardes de campo y noches de reflexión, demostrando que cada jugador que viste los colores de la institución defiende su legado y formar parte de una hermandad que trasciende lo deportivo.
Aunque, no existe una regla estricta sobre la asignación de números en el fútbol americano, hay ciertas tradiciones. Por ejemplo, los linieros ofensivos suelen portar números entre el 50 al 79, mientras que el resto de las posiciones tiene más libertad. Sin embargo, más allá de lo técnico, muchos números tienen un profundo valor emocional.
Algunos jugadores eligen su número por herencia, como un homenaje a familiares que los iniciaron en el deporte. Otros simplemente conservan el número que les fue asignado en su primera temporada, pero con el tiempo, ese número se convierte en parte de su identidad. En cualquier caso, el jersey y su número son símbolos de historia personal, orgullo y compromiso.






























Cada temporada tiene un objetivo claro: llegar a la final. Pero, el verdadero sueño es alzar el campeonato y para lograrlo, el equipo aspira ser dominante, temido y respetado dentro de la liga. Un equipo que obligue a sus rivales a prepararse al máximo para poder competir. Y ese nivel de exigencia solo se alcanza con unidad, hermandad y trabajo en equipo sólido y comprometido.
Para ello, nuestros halcones comenzaron a prepararse desde la segunda semana de enero, donde cada jugador se entrega a un proceso exhaustivo que incluye fortalecimiento físico, desarrollo técnico y acondicionamiento táctico tanto en el gimnasio como en el campo, trabajando fundamentos esenciales, desde cómo correr, cómo posicionarse, cómo ejecutar un sistema ofensivo o defensivo, y cómo especializarse en una posición; pero no todo es físico. La preparación mental y emocional también ha sido un pilar fundamental, donde el equipo ha vivido transiciones importantes, desde jugadores veteranos que culminaron su elegibilidad, hasta nuevos integrantes que se incorporan. Esta mezcla de experiencia y juventud refuerza uno de los mensajes clave dentro del equipo “somos el reflejo de quienes nos rodean”. Siendo este espíritu, lo que se busca en cada jugador. Que sea la mejor versión de sí mismo, para que en conjunto puedan construir un equipo verdaderamente élite.
Llevando el fútbol americano a ser un deporte que se juega con pasión y entrega absoluta, teniendo en conciencia que cada jugada puede ser la última. Ya que al ser un deporte tan físico y de tanto contacto, nadie está exento de una lesión o un giro inesperado del destino. Por eso, el mensaje que se transmite constantemente en este deporte es “deja todo en el campo”, o en palabras de el coach Erick Pedroza “juega cada jugada como si fuera la última”






Es por eso que la entrega del jersey, no es solo una prenda, es algo que es simbólico y marca una promesa, un compromiso, una declaración de guerra deportiva, de que cada jugador, al colocarse su número sobre el pecho y representar con honor los colores de la Universidad Interamericana, asume la responsabilidad de defender a su equipo con coraje y disciplina.
Porque en este equipo, el fútbol no solo se juega, se vive.
